Suelo pensar que los uruguayos en Argentina intentamos vivir de manera anónima. No ocultamos nuestro origen, pero nos cuesta entendernos y asumirnos como comunidad, como gente que padece y añora quizás las mismas cosas. Y si bien sé que en otras partes del mundo no sucede lo mismo, los que vivimos "cruzando el charco" solemos llevar a cuestas una redota personal y silenciosa. Redota egoísta, en la que no tienen voz ni espacio otros en la misma situación que nosotros.
Irónicamente, nuestras redotas así vividas y sentidas, son todo lo opuesto a lo que nos muestra la película que, ansiosos, esperábamos entrar a ver.
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